Título y fecha de publicación

Réquiem fue escrito en Alburquerque en 1953. En un principio estaba pensado para formar parte de un conjunto de short stories sobre la Guerra Civil, que habían planificado los profesores Mulvihill y Sánchez de Madison, en que también se incluiría a Unamuno y Pérez de Ayala, que no llegó a publicarse.

Apareció por primera vez en México en 1953 con el título de Mosén Millán, en la colección AquelarreAlgún crítico interpreta que "A nivel ideológico, este título está cargado de un fuerte simbolismo. Mosén Millán es un nombre muy evocador. "Mosén" es un título que se suele dar al clero en Aragón y Cataluña y "Millán" hace pensar en el nacionalista teniente coronel Millán Astray, quien perdió el ojo y el brazo en combate. O sea, Mosén Millán es la asociación antinómica de "Mosén", símbolo de la Iglesia española, y "Millán", que por el acercamiento a José Millán Astray, puede remitir a la violencia. Es un binomio onomástico que traduce de modo satisfactorio el ser de Mosén Millán, quien, además de simbolizar la Iglesia española, está asociado a las fuerzas reaccionarias representadas por el ejército nacionalista".

 Cuando en 1960 se publica la edición norteamericana, se cambia el título por el actual, Réquiem por un campesino español, porque consideraba su autor que "en inglés no suena a nada". El significado de la palabra mosén es desconocido incluso para muchos españoles porque se utiliza de manera específica en Aragón, como bien indica el DLE: "Título que se da a los clérigos en el antiguo reino de Aragón.

El cambio de título supone además un cambio de perspectiva y pasa a centrarse en la víctima de la guerra, en lugar del victimario. La palabra 'réquiem'  casi de modo inadecuado ya programa un cierto comportamiento de lectura,  es el reflejo de la ideología socializante cristiana del escritor.

En España no pudo publicarse hasta 1974 por problemas con la censura.

Sender declaró respecto a la novela: «En todo caso este libro es la voz bastante directa y desnuda de alguien que trata de ordenar sus pretextos para seguir viviendo. Y de dejar subrayadas y fijadas la grandeza y la insensatez de nuestra guerra civil para ejemplaridad de los que vengan mañana, si es que alguien puede aprender o escarmentar —que lo dudo— en cabeza ajena. En todo caso ahí está el horror con toda su pretendida belleza y el deseo nuestro de escarmentar en cabeza propia» .

También declaró por qué vuelve sobre un tema como el de la Guerra Civil, en la que él sobrevivió mientras que su hermano y su mujer murieron: «La incertidumbre, a veces el terror que está presente, el miedo a la destrucción física, a la muerte. No por el lado enemigo, sino más bien por los conflictos interiores dentro de nuestro campo. Es lo peor de las guerras civiles [...]. Y claro, esa obsesión del terror en la guerra era muy fuerte y uno la escribe para librarse de ella» (128).

 Sender comenta el efecto del distanciamiento del exilio sobre la memoria sensitiva que se convierte en memoria selectiva, proceso positivo para la creación literaria: «Me ha ayudado porque con la separación geográfica y la distancia en el tiempo se esencializa el recuerdo. Es decir, la memoria selectiva elige lo más esencial y olvida lo físicamente impuro» .