ESPACIO

 


ESPACIOS EXTERIORES

La novela se localiza espacialmente en un lugar anacrónico que se corresponde con el que este autor sitúa sus novelas sobre el pasado, con tintes autobiográficos. Se puede consultar una guía de los espacios vitales del autor, que inspiraron su obra.

No se especifica un lugar concreto. Sabemos que está en Aragón, la tierra natal del autor y se alude a

que está próxima la aldea a la raya de Lérida, por lo que los campesinos utilizan a veces palabras en catalán.

"Cuando el bautizo entraba en la iglesia, las campanitas menores tocaban alegremente. Se podía saber si el que iban a bautizar era niño o niña. Si era niño, las campanas -una en un tono más alto que la otra- decían: no és nena, que és nen; no és nena, que és nen. Si era niña cambiaban un poco, y decían: no és nen, que és nena; no és nen, que és nena. La aldea estaba cerca de la raya de Lérida, y los campesinos usaban a veces palabras catalanas.

 Numerosos críticos --entre ellos José Luis Castillo-Puche y Raymond Skyrme- han señalado que, en Réquiem Sender se ha preocupado de reducir toda especificación del paisaje geográfico y de los antecedentes históricos. Esto agudiza el foco humano de la historia y a la vez lo universaliza. El hecho de no citar nombres de los pueblos, excepto Madrid o Barcelona, es deliberado. De esta manera, lo que sucede en ese lugar podría ser aplicable a cualquier otro en sus mismas circunstancias. Muchos pueblos en ese momento histórico de la vida española sufrieron algo similar: la explotación de los campesinos, el enfrentamiento con los caciques, las luchas intestinas...

Los rasgos paisajísticos, muy genéricos, y aplicables a toda la tierra llana al norte del Ebro se mencionan mediante palabras aragonesas: saso, pardinas, ontina, cotovías. Gemma Mañá considera que la geografía aragonesa en las novelas del autor no es realista, sino que responde a una síntesis poética de varios lugares de su infancia.

  El espacio interior que se corresponde con el presente narrativo es la sacristía de la iglesia del pueblo. También se evocan  sucesos ocurridos en otros espacios de la aldea:  Carasol, Las Pardinas, las cuevas, las casas del pueblo.

Hay también espacios aludidos (Barcelona, Madrid, Rusia) para mostrar el contraste con lo que ocurre en la aldea,

No se describen con detalle, como es propio de una novela breve, escenarios como la aldea, el carasol o la iglesia, más allá de una vaga referencia. Sin embargo, se resaltan aquellos pequeños detalles que resultan importantes por su carga simbólica. En contraste con el fondo difuminado, la atención se centra en un “plano corto” sobre estos elementos con los que armar la secuencia semántica.

Son descripciones de ambiente muy breves, de carácter impresionista, en que se combinan sensaciones visuales, auditivas y olfativas. En la sacristía de la iglesia se combina el olor a incienso/ los rumores humildes, el relincho del potro.../roquete blanco. Muchos de esos elementos seleccionados tienen significado simbólico: ramitas de olivo secas, el saltamontes atrapado, el potro libre...:

"La sacristía olía a incienso. En un rincón había un fajo de ramitas de olivo de las que habían sobrado el Domingo de Ramos. Las hojas estaban muy secas, y parecían de metal."

"Iba y venía el monaguillo con su roquete blanco. La sacristía tenía dos ventanas que daban al pequeño huerto de la abadía. Llegaban del otro lado de los cristales rumores humildes."

"Cerca de la ventana entreabierta un saltamontes atrapado entre las ramitas de un arbusto trataba de escapar, y se agitaba desesperadamente. Más lejos, hacia la plaza, relinchaba un potro."

"Por las ventanas de la sacristía llegaba ahora un olor de hierbas quemadas,"

" Seguían sonando las campanas que en los funerales eran lentas, espaciadas y graves."

Se subraya la idea de que la iglesia esté vacía, de que no acuda nadie del pueblo al funeral, lo que se interpreta como una condena unánime del pueblo hacia Mosén Millán, y en el plano simbólico una valoración que hace Ramón J. Sender del papel de la Iglesia española en la Guerra Civil. El precio que  paga la Iglesia por su apoyo al bando franquista y a la dictadura será el del rechazo del pueblo.

Resulta llamativo por su valor simbólico en la obra el detalle con que se describe la Semana Santa. Llaman la atención los sonidos de las matracas y las imágenes maltrechas de estatuas:

"Durante el Jueves y el Viernes Santo no sonaban las campanas de la torre. En su lugar se oían las matracas. En la bóveda del campanario había dos enormes cilindros de madera cubiertos de hileras de


mazos. Al girar el cilindro, los mazos golpeaban sobre la madera hueca. Toda aquella maquinaria estaba encima de las campanas, y tenía un eje empotrado en dos muros opuestos del campanario, y engrasado con pez. Esas gigantescas matracas producían un rumor de huesos agitados. Los monaguillos tenían dos matraquitas de mano, y las hacían sonar al alzar en la misa. Paco miraba y oía todo aquello asombrado. Le intrigaban sobre todo las estatuas que se veían a los dos lados del monumento. Éste parecía el interior de una inmensa cámara fotográfica con el fuelle extendido. La turbación de Paco procedía del hecho de haber visto aquellas imágenes polvorientas y desnarigadas en un desván del templo donde amontonaban los trastos viejos. Había también allí piernas de cristos desprendidas de los cuerpos, estatuas de mártires desnudos y sufrientes. Cabezas de ecce homos lacrimosos, paños de verónicas colgados del muro, trípodes hechos con listones de madera que tenían un busto de mujer. en lo alto, y que, cubiertos por un manto en forma cónica, se convertían en Nuestra Señora de los Desamparados."

Los espacios exteriores también se describen brevemente

"La mañana del bautizo se presentó fría y dorada, una de esas mañanitas en que la grava del río que habían puesto en la plaza durante el Corpus, crujía de frío bajo los pies."

"Como en todas las aldeas, había un lugar en las afueras que los campesinos llamaban el carasol, en la base de una cortina de rocas que daban al mediodía. Era caliente en invierno y fresco en verano. Allí iban las mujeres más pobres -generalmente ya viejas- y cosían, hilaban, charlaban de lo que sucedía en el mundo."