Elementos simbólicos relacionados con el mundo natural


Réquiem por un campesino español es una novela breve, pero muy compleja. Su corta extensión permitió al autor dotarla de una densidad que puede pasar desapercibida en una primera lectura. Dicen algunos autores que las novelas cortas les permiten tener un mayor control sobre la materia narrativa. Aquí podemos percibir una complejidad que permite al lector abordarla en distintos niveles de lectura, desde lo más superficial a lo más profundo. Las obras geniales como esta son las que no se acaban de leer nunca, porque cada vez que las releemos, descubrimos cosas nuevas. El autor era muy consciente de ello, pues en el proemio a la obra que hizo  en 1964 describe su relato como una alegoría de los sucesos de la Guerra Civil.
Uno de los factores que conviene tener en cuenta para comprenderla en profundidad es el uso constante de elementos simbólicos. En primer lugar, analizaremos los relacionados con el mundo natural, la vida campestre, el idílico mundo rural, de vida aparentemente sencilla, pero con distintos niveles de lectura.

La MANCHA EN LA PARED (presente en toda la novela) simboliza el comportamiento deshonroso del cura, que delató a Paco. "Rezaba entre dientes con la  cabeza apoyada en aquel lugar del muro donde a través del tiempo se había formado una mancha oscura."

La RAMA SECA DE OLIVO conserva su significado tradicional asociado a la paz. El olivo es normalmente símbolo de paz, pero aquí está seco.

Las referencias a los animales tienen un significado real (lo que permite leer y comprender la obra de manera superficial) y otro más trascendente y simbólico. Señalaremos a continuación los ejemplos más representativos.

EL POTRO de Paco es el animal simbólico más importante. Hace su aparición en la prime­ra página cuando se dice que «anda, como siempre, suelto por el pueblo». Así como el caballo es símbolo de virilidad, son frecuentes las menciones a la hombría de Paco. Como símbolo de valentía, transgresión, y libertad es el elemento metonímico de la presencia del muerto en la iglesia. Es un participante más en la misa. De esa for­ma, Paco acude simbólicamente a su propia misa de réquiem:

"Más lejos, hacia la plaza, relinchaba un potro. «Ése debe ser -pensó mosén Millán- el potro de Paco el del Molino, que anda, como siempre, suelto por el pueblo.» El cura seguía pensando que aquel potro, por las calles, era una alusión constante a Paco y al recuerdo de su desdicha.” 

 Desde la muerte de su dueño, el animal vaga por el pueblo desatendido, ya que la familia de Paco está demasiado afectada por el dolor y han abandonado las pocas posesiones que les quedaban. El caballo es un símbolo clásico de belleza, bravura y virilidad. Sin embargo, dado que se trata de un animal herbívoro, sin garras, colmillos ni cuernos, esa fuerza que representa no resulta violenta. No es un símbolo agresivo, sino que se relaciona con una fortaleza y un vigor pacíficos, dedicados a la construcción más que a la destrucción. En Réquiem, el potro es el único caso en que se establece rápida y directamente la asociación entre símbolo y significado. Encarna al propio Paco. Así lo ve Mosén Millán al pensar que «aquel potro, por las calles, era una alusión constante a Paco y al recuerdo de su desdicha». La relación entre amo y caballo resulta evidente. Así como el caballo es símbolo de virilidad, son frecuentes las menciones a la hombría de Paco. Ya desde su nacimiento, cuando Jerónima bromea: «Vaya, zagal. Seguro que no te echarán del baile –decía aludiendo al volumen de sus atributos masculinos–».

Se dice que el potro de Paco deambula por el pueblo desde hace un año y, paradójicamente, una misa de réquiem en su honor a la que únicamente acuden los tres hombres causantes de la muerte del campesino. Pero hay un participante más en la misa: el potro. De esa forma. Paco acude simbólicamente a su propia misa de réquiem. Esto da lugar a una de las escenas más poéticas de la novela, en la que se reproduce la persecución y muerte de Paco reencarnado en su propio caballo. Se trata de un proceso de semi-resurreción o reencarnación de un espíritu: vale la pena estudiar los elementos religiosos en la figura de Paco.

Otro animal presente al comienzo es el SALTAMONTES atrapado que, “siguiendo la dialéctica de lo interno (la iglesia) y lo externo (el mundo natural) refleja a su vez el paralelismo dado en la transgresión, representado por el potro, y en la contradicción, vista desde el monólogo del cura, de quien siendo libre se encuentra atrapado.”(Minardi).  El saltamontes se asocia con la inconstancia y la veleidad, rasgos que Mosén Millán presen­tará a lo largo de la narración. El hecho de que el insecto esté atrapado presagia la situación final del cura, enredado en un conflicto del que no sabe salir.

"Cerca de la ventana entreabierta un saltamontes atrapado entre las ramitas de un arbusto trataba de escapar, y se agitaba desesperadamente. "

El PERRO también está presente en la obra con un significado simbólico. El labrador se convierte en un perro, como el que tenía el padre de Paco. Los perros siguen a sus amos inexpli­cablemente, del mismo modo que los labradores obedecen a un duque ausente e indiferente, una docilidad que Paco acabará rompiendo, rebelándose contra la norma.

"Tenía el padre de Paco un perro flaco y malcarado. Los labradores tratan a sus perros con indiferencia y crueldad, y es, sin duda, la razón por la que esos animales los adoran. A veces el perro acompañaba al chico a la escuela. Andaba a su lado sin zalemas y sin alegría, protegiéndolo con su sola presencia."

"Paco andaba por entonces muy atareado tratando de convencer al perro de que el gato de la casa tenía también derecho a la vida. El perro no lo entendía así, y el pobre gato tuvo que escapar al campo. Cuando Paco quiso recuperarlo, su padre le dijo que era inútil porque las alimañas salvajes lo habrían matado ya. "

La elección del BÚHO para repre­sentar el daño y la crueldad es patente en la novela y tiene en la obra un significado simbólico distinto al que encontramos habitualmente. Es un asesino silencioso y nocturno. El horror que siente Paco hacia los búhos será una idea que aparezca una y otra vez como rasgo definitorio de su carácter bondadoso. Paco no tolera a esas alimañas egoístas. En el festejo de la boda, Mosén Millán recuerda anécdotas de la infancia del protagonista:

"El cura hablaba de la infancia de Paco y contaba sus diabluras, pero también de su indignidad contra los búhos que mataban por la noche a los gatos extraviados, y su deseo de obligar a todo el pueblo a visitar a los pobres de las cuevas y a ayudarles."

Es premonitorio, porque al final se puede percibir el paralelismo que presenta con el centurión falangista. «Este era un hombre con cara bondadosa y gafas oscuras”, que recordaba a los búhos que de noche atacan a sus presas, como los falangistas que “paseaban” a los rojos y los fusilaban durante la noche, sin ninguna intervención de la justicia. Si el centu­rión era un búho, los demás señoritos serán sus polluelos y los búhos siempre acaban con los gatos:

"Los búhos no suelen tolerar que haya en el campo otros animales que puedan ver en la oscuridad, como ellos. Perseguían a los gatos, los mataban y se los comían. Desde que supo eso, la noche era para Paco misteriosa y temible, y cuando se acostaba aguzaba el oído queriendo oír los ruidos de fuera. Si la noche era de los búhos, el día pertenecía a los chicos."

Por su parte, el GATO se relaciona con el zapatero, que «como un viejo gato, ni amigo ni enemigo de nadie, aunque con todos hablaba». Efectivamente como los gatos es inteligente y desconfia­do. Lamentablemente, su neutralidad no le valdrá de nada y será perseguido, apaleado y asesinado por los falangistas.

Otro elemento repetido es la CULEBRA, asociada a la vieja Jerónima. Es el animal que por antonomasia se conoce por su lengua venenosa y por la nefasta influencia que sus palabras pueden tener. Es mucha su influencia sobre las mujeres del carasol (las cotovías)- la bandada de pájaros-mujeres del carasol que actúan en la obra como un coro de tragedia.

“La Jerónima, versión sinecdóquica de lo femenino rural, es la encargada de transmitir y poner en circulación los rumores del pueblo. Como su portavoz, representa el reservorio de saberes de lo popular y en ese gesto se enfrenta a los"saberes científicos, cuyo portador clave es Mosén Millán." (Minardi).

Finalmente, señalaremos en este apartado a las CIGÜEÑAS. Son la voz del sentimiento del pueblo, una voz muy si­milar aunque proceda de distintas bocas, como el piar de los pájaros.  Sus gritos, sus risas y las frases que cambiaban con los mozos mientras en la alta torre crotoraban las cigüeñas, revelaban una alegría primitiva.

Entre los símbolos que remiten a lo popular, las CAMPANAS están presentes a lo largo de toda la novela para anunciar lo sucedido a la comunidad.

"Seguían sonando las campanas que en los funerales eran lentas, espaciadas y graves. El monaguillo entraba, tomaba una campana que había en un rincón y, sujetando el badajo para que no sonara. "

Curiosamente están relacionadas con la iglesia, pero transmiten una vida independiente de esta, incluso del propio cura. Simbolizan la religiosidad primitiva, sin las ataduras que los curas acaban adquiriendo con el poder establecido y dejan de sintonizar con el pueblo:

"Cuando el bautizo entraba en la iglesia, las campanitas menores tocaban alegremente. Se podía saber si el que iban a bautizar era niño o niña. Si era niño, las campanas -una en un tono más alto que la otra- decían: no és nena, que és nen; no és nena, que és nen. Si era niña cambiaban un poco, y decían: no és nen, que és nena; no és nen, que és nena. La aldea estaba cerca de la raya de Lérida, y los campesinos usaban a veces palabras catalanas."